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Conversa, quarta feira, 13 de novembro 2013

Agora, consigo sentir-me menos cansado. Ontem, cheguei do Brasil em Milão e viajei imediatamente 300 km para dar uma palestra e apresentar o meu livro sobre Ecologia e Espiritualidade, em uma cidade perto de Modena. Consegui fazer isso, mas estava morto de cansado. Hoje, mais uns 200 km ao sul, perto de Florença, um encontro público e debate com o bispo encarregado de ecumenismo na conferência episcopal italiana. Minha primeira impressão nessa minha viagem a Itália é como começam a aparecer na imprensa italiana reações dos católicos tradicionais contra o papa Francisco. No avião para a Itália me impressionou um artigo do jornalista Vittorio Messori no Corriere della Sera chamando o papa de ingênuo e ilusório ao propor aos católicos uma volta às fontes do Cristianismo. Ora, essa foi justamente a proposta do papa João XXIII e do Concílio Vaticano II. Dizer que isso é ilusório é o mesmo que afirmar que o Evangelho está superado e não tem mais razão de ser hoje. Uma pessoa que tem muitos contatos em Roma me contou que no Vaticano alguns grupos já se organizam para neutralizar a influência relativista do papa. Enquanto isso, uma multidão cada semana maior enche a praça de São Pedro ao meio dia do domingo para escutar o papa falar por alguns minutos. E no mundo inteiro, muita gente que estava afastada da fé volta a buscar a Igreja por causa das atitudes e gestos do papa. 

A revista nicaraguense "Alternativas" me pediu um artigo sobre como ajudarmos e apoiarmos a proposta de renovação da Igreja, proposta pelo papa Francisco. Escrevi o artigo que partilho aqui com vocês, ao menos com quem quiser ler e puder lê-lo em espanhol: 

La misión nuestra y del papa Francisco

(Dedico esas líneas a la querida Clelia Luro, viuda del Monseñor Jerónimo Podestá, obispo de Avellana, Argentina y amiga del papa Francisco. En eses días, en Buenos Ayres, Clelia (86 años) partió de ese mundo y está con Dios, siguiendo su misión de inspirar en nuestra Iglesia su misión profética).

Todos están de acuerdo que el papa Francisco tiene sorprendido al mundo y mismo à la Iglesia[1]. Parece que los cardinales que lo han escogido para papa querían alguien estraño à la curia romana y con una perspectiva más de pastor que de administrador de empresa. Sin embargo, como obispo y cardinal, el siempre fuera muy discreto y nadie podría imaginar el coraje de sus gestos y la novedad de sus palabras que mismo no siendo revolucionarias, o diversas de lo que el Evangelio dijo, suenan muy raras en el ambiente del Vaticano y principalmente por el hecho de ser realizadas por un papa. La primera cosa que impactó a muchos fue su opción por la simplicidad y la simpatía de sus gestos. De cierta forma, el desmitiza o desacraliza la figura del papa. Llega a decir de si mismo: “soy un hombre pecador”, “quién soy yo para juzgar?”[2]. Un joven sacerdote de un movimiento integrista católico comentaba con sus compañeros: “Si el no si siente capaz de juzgar, por que aceptó ser papa?”. Otro expresó su insatisfacción con esa forma diversa de ser papa con la afirmación: “Desde Juan XXIII no se veía eso en la Iglesia”. Intentemos reflexionar sobre lo que significa teológicamente eso y lo que Dios nos pide como cristianos en esa circunstancia nueva por la cual pasa nuestra Iglesia.

1 – Nuevo modo de ser Iglesia

Hacen casi 50 años, cuando habló a los obispos reunidos en el Concilio Vaticano II, en la víspera de su encerramiento, en el día 07 de diciembre de 1965, el papa Pablo VI preguntaba: “Iglesia, que dices de ti misma?”[3]. Durante cuatro años, los obispos habían intentado proponer un rostro nuevo de Iglesia que superara el viejo modelo de Cristiandad occidental y pudiera revitalizarse como comunión de Iglesias locales. Como tal propuesta no pudo ser profundizada y menos aún establecida por leyes, así que los obispos de todo el mundo volvieran a sus diócesis, la Curia romana retomó el poder y trató de anular esas propuestas nuevas[4]. Cuando en 1978, el papa Juan Pablo II fue escogido para sepultar de vez el espíritu del Concilio Vaticano II, la obra ya estaba bien fundamentada. Solo necesitó de una autoridad como el para que en todo el mundo si impusiera un modelo de nueva cristiandad. Solo ahora, tantos años después, en el mismo seno de Roma, alguien da signos de que ese modelo de Iglesia centralizador y fundamentado en el poder sagrado está agotado y debe ser urgentemente cambiado. Mismo por detrás de la renuncia del papa Ratzinger, ya había un cierto reconocimiento de que su proyecto de restablecer la Cristiandad occidental y preconciliar fracasó[5].

El papa Francisco tenía todo para ser el primero protagonista de ese cambio. No vino de la vieja Cristiandad que actualmente representa solo 24% de los católicos del mundo. Francisco viene del tercer mundo.  Y desde el primer día de su ministerio, presentase como obispo de Roma. No quiso habitar en el palacio pontificio. Juan Pablo I ha muerto dos días después de anunciar  su intención de transferirse del Vaticano para la Iglesia de Latrán. Francisco no osó volver a su diócesis de Roma y habitar fuera del Vaticano, pero, al preferir habitar en la casa de Santa Marta, dio un signo de esa movilidad pastoral y misionera. Hermanos de Roma dicen que, diversas veces, en los domingos, casi de repente, el aparece en una parroquia de la periferia romana para encontrarse con el pueblo de su diócesis. Y de hecho, si acerca de las personas y establece un contacto muy cercano y afectuoso. Si esa su forma de presentarse (obispo de Roma) es llevada a sus últimas consecuencias, tendremos ahí el cambio más importante y fundamental de su ministerio, o sea, otro modo de realizar el servicio que la tradición reservó al obispo de Roma como servidor de la unidad entre las Iglesias.

  Al constituir un grupo de ocho cardinales como un consejo del papa para el cuidado de todas las Iglesias de tradición católica, el papa Francisco empieza efectivamente ese trabajo de descentralización y de retorno al espíritu del Concilio Vaticano II y de la colegialidad, absolutamente despreciada por los dos papas anteriores.

Podemos aún añadir las palabras del papa a pedir a los obispos y padres que vuelvan a la simplicidad y mismo a la pobreza en su ministerio[6]. El mismo tiene dado un ejemplo en eso y tiene siempre afirmado muy claro que en ese aspecto el clero debe cambiar. Si trata de un estilo de vida, pero también de un modelo de Iglesia que debe retomar la tradición latinoamericana de Medellín y Puebla: “una Iglesia pobre, misionera y pascual, comprometida con la liberación de toda la humanidad y de todo ser humano en su integralidad”[7].  

2 – La profecía del papa para el mundo

Aunque no si sirva de las palabras de la Teología de la Liberación, el papa Francisco tiene renovado la misión profética de la Iglesia en la causa social, como ningún otro papa lo hizo después de Pablo VI en su discurso en la ONU y en la Populorum Progressio. El hecho del papa Francisco ir solo a Lampedusa, orar por los migrantes clandestinos, solidarizarse con las víctimas de la insensibilidad criminosa del gobierno italiano, fue en si mismo una crítica muy fuerte a los gobiernos de los imperios del mundo europeo y norteamericano. El papa dijo claro que solo existe una humanidad y no duas: a de los ricos y a de los explotados por el imperio.

En su primera visita pastoral fuera de Italia, (a Rio de Janeiro, en julio), el papa hizo cuestión de ir más allá de la seguridad de jefe de estado, dejar el papamóvil, tomar un auto común sin nada de especial. Al hacer eso, decía: No vino acá para protegerme y si para encontrar las personas.  En un mundo como ese nuestro que tiene como dogma las leyes de seguridad y contra el terrorismo, el papa hizo un gesto de relativizar eso y decir que no podemos aceptar esa ideología de que el otro es siempre una amenaza. 

En inicio de setiembre, cuando el imperio norteamericano decidió invadir la Siria, el papa organizó un día de vigilia y oración contra la guerra. Y su mensaje fue clara: no es posible dejar que prevalezca en ese mundo la perspectiva de la guerra y de la violencia. Dicen los analistas que su posición firme hizo con que el mismo gobierno Obama fue obligado a retroceder y no invadir la Siria.

Podemos aún ver como dimensión profética del papa su apertura humana al responder preguntas sobre cuestiones morales y la posición de la Iglesia cuanto a las cuestiones de ética personal y sexual en el mundo actual. Aunque el declare sostener las posiciones tradicionales de siempre y no arriesgar ninguna declaración innovadora, el mismo hecho de evitar la arrogancia dogmática y mostrarse abierto al diálogo y a la comprensión humana representa un cambio importante. En todo el mundo, grupos gays si revelaran sensibilizados con su actitud de respecto. Ahora el propone a los obispos un cuestionario sobre problemas de la familia y de la ética sexual para ser debatidos en el próximo sínodo en Roma (Sínodo extraordinario sobre la familia).

3 -  Retos y perspectivas del papa Francisco

En los días de la elección del nuevo papa, un periodista me preguntó lo que yo pensaba de la posibilidad de un papa brasileño o latinoamericano. Respondí que no deseaba eso. Preferiría un papa romano que fuera obispo de Roma y respectara la autonomía pastoral, litúrgica y disciplinar de las Iglesias locales como verdaderas Iglesias y no como sucursales de Roma en cada país o región del mundo. Sin embargo, en la realidad actual y concreta de la Iglesia Católica, reconozco que mi posición no era la más realista y oportuna. De hecho fue buena la elección del papa Francisco y es bueno que el realice en el mundo esa profecía que en los años 60 y 70 era hecha por obispos latinoamericanos como Helder Câmara, Sergio Mendes Arceo, Samuel Ruiz, Leónidas Proaño, Pedro Casaldáliga y otros.

Si dejamos que la prensa siga su función de presentar el papa como único protagonista de la renovación de la Iglesia, el primer reto es que un papa lúcido y capaz de hablar al mundo de hoy, como antes sus antecesores no parecían tanto, es capaz de hacer simpática y aplazable una estructura que en si misma es esclerosada y debería ser cuanto antes substituida y no remodelada para parecer menos anacrónica o más actualizada, lo que de hecho jamás podrá ser. La única forma de evitar eso es volver a la convicción que toda renovación profunda tiene que partir de las bases y no del más alto. El papa necesita que sus buenas sugerencias y indicaciones  si hagan programas de renovación de las Iglesias locales y no quedemos a mirar para Roma e esperar del papa lo que no es su función. O la Iglesia si reforma desde sus bases locales y diocesanas, o esa renovación no será profunda. Y ese es el grande desafío.

La mayoría de los obispos escogidos por los papas anteriores y la mayoría de los curas formados en los seminarios organizados desde 1978 no parecen capaces de ofrecer una sustentación local y de base à las propuestas renovadoras del papa. Al contrario, lo que percibimos es que en muchos ambientes del clero, hay una grande perplejidad. Muchos padres y obispos no saben lo que pensar de ese papa. No lo comprenden. Acá y allí ya si escuchan críticas al papa y ya si difundió por la internet ruidos sobre grupos internos en el Vaticano que acusan el papa de relativista y sin seguridad doctrinal. Cuando en Roma, el papa recibió en audiencia a Gustavo Gutierrez, en Lima, el cardinal Cipriani declaró claramente en la prensa que el papa fue ingenuo y iludido[8].

En ese contexto, tenemos que concordar que el apoyo y la simpatía que se tiene expresado con relación a las posiciones del papa tienen todas venidas del mundo laico y secular. La prensa internacional y los ateos en búsqueda tienen revelado simpatía y acogida al papa y a su modo de ser. De la parte interna de la Iglesia, no si tiene visto esa adhesión, a no ser de los jóvenes de la Jornada de la Juventud que si declaran ingenuamente “la juventud del papa”, pero sea cual sea el papa. Por caso era el papa Francisco. Y era muy claro que sus palabras y gestos divergían absolutamente del estilo de la Jornada de la Juventud, organizada en los viejos padrones de la Cristiandad de los años 50. Tanto el escenario de la Jornada, como los obispos que rodeaban el papa, los sacerdotes vestidos de negro que si presentaban al lado, todo eso era como alguien hablara alemán para quien solo comprendía español.  

En el domingo 10 de noviembre de 2013, Vittorio Messori, periodista e vaticanólogo de línea tradicional escribió: “ La ilusión de un regreso à la Iglesia primitiva y la importancia de la curia romana”. En ese texto, el intenta no culpar directamente el papa Francisco, pero acusa la mayoría de los católicos por querer volver à la Iglesia primitiva. El artículo ridiculiza el deseo de volver à la Iglesia primitiva y defiende la curia romana[9]. Es increíble porque “volver à las fuentes de la fé” era uno de los principales fines del Concilio Vaticano II como propuesta clara del papa Juan XXIII. Y volver al ideal de la primera comunidad de Jerusalén fue la mística de la vida religiosa desde el siglo IV hasta hoy. Entonces lo que está en juego es una teología y una forma de ser Iglesia en el mundo y más aún, por detrás de todo eso, una imagen de Dios y de su proyecto (el reino) para lo cual Jesús vino al mundo y la Iglesia tiene su misión.

4 – Perspectivas y tareas para nosotros

En la diócesis de São Félix do Araguaia, en la Amazonia brasileña, agentes de pastoral hicieran una pieza teatral cuyo título era “Sostengan la olla que el fuego viene de bajo”. Era una forma de decir que la vitalidad y la renovación de la Iglesia y del mundo no puede venir de arriba y si de bajo, de las bases. El papa puede animar, apoyar, estimular, pero no puede y no debe ser el protagonista de ese cambio que solo es profundo y durable si es asumido y realizado por las comunidades en las diversas realidades locales. El desafío más grande para eso es que nuestra Iglesia es aún organizada de forma vertical y jerárquica. En toda América Latina, hemos visto que basta cambiar un obispo profético de una diócesis o mismo un cura más abierto de una parroquia y substituirlo por un funcionario tradicionalista o de estilo más curial y en poco tiempo toda la comunidad y la pastoral siente como si no hubiese más aire para respirar algo nuevo y vital. En ese contexto de Iglesias locales aún muy dependientes del clero, el problema más profundo es que, desde los años 80, los seminarios tienen formado sacerdotes en una teología que más allá de ser tradicional y muchas veces tridentina o mismo pre-tridentina, es más que todo superficial y acrítica. En todos los países, quién quiera acompañar las homilías litúrgicas de los curas en los domingos, así como los artículos y textos publicados en los periódicos diocesanos y parroquiales, sin duda, constatará el inmenso déficit teológico que está habiendo en la Iglesia actual. Los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI no solo han reprimido la Teología de la Liberación, sino han impedido el desarrollo de toda y cualquiera teología que no fuera curial y sencillamente una recopilación o comentario de las encíclicas y pronunciamientos papales.

En ese tiempo en que recordamos aún los 50 años de los primeros documentos del Concilio Vaticano II (1963- 1964), constatamos que desde entonces, nada si produjo en la Iglesia Católica de más profundo y innovador que eses documentos. Cuando en materia litúrgica si quiere citar lo que hay de más abierto y con propuestas profundas en la Iglesia Católica, si es obligado a citar la Sacrossantum Concilium (1963). Todo lo que vino después es menos profundo y profético. Lo mismo si puede decir en la área de Eclesiología, Misión y Pastoral. Es posible si descubrir documentos proféticos y innovadores en el magisterio local de los obispos latinoamericanos (Medellín, 1968), de una o otra diócesis local. Pero, fuera de uno u otro documento de la conferencia episcopal asiática (años 90), nada de nuevo después de 1978. 

En su diario publicado después de su muerte, el padre Yves Congar, teólogo dominico francés que casi a los 90 años, fue nombrado cardinal por Juan Pablo II, afirmaba: En los años 50, el papa (Pio XII) desarrolló un régimen paternalista que consiste en el hecho de que solo el (el papa) puede decir al mundo y a cada uno lo que es necesario pensar y como se debe hacer. El quiere reducir los teólogos a comentar sus discursos y sobretodo no pensar algo fuera de ese comentario.  Nosotros, dominicos franceses, fuimos acusados de proponer un regreso à las fuentes de la Biblia, de los padres de la Iglesia, ecc [10]. Los historiadores del futuro podrán decir que, en su época, Pio XII ha intentado eso, pero los papas que han logrado hacerlo hasta el fin fueran Juan Pablo II y Benedicto XVI, mismo si eso les costó deber condenar y marginalizar de la Iglesia casi 200 teólogos y teólogas, entre los mejores de todo el mundo. Entonces, la conclusión es que si, de hecho, deseamos que la renovación propuesta por el papa Francisco tenga profundidad y durabilidad en todo el mundo, tenemos que superar la inercia de encuesta y sacar la Iglesia oficial de su anemía teológica y su apatía social y política.

Pocos días antes de su muerte, en Buenos Ayres, Clelia Luro habló con el papa Francisco por teléfono. Y le habló de su intención de movilizar un grupo de intelectuales y de cristianos comprometidos que pudieran manifestar su apoyo à las renovaciones propuestas por el papa en la Iglesia y en el mundo. El papa aceptó esa propuesta y confirmó que se siente solo y eso podría le ser muy útil. Ella llegó a elaborar el esbozo de un documento de convocación y dio a esa iniciativa el nombre de “Misionando”. La primera reunión de ese grupo, para lo cual ella invitó personalmente a mi y a Leonardo Boff sería en su casa en el sábado 09 de abril de ese año (2013). Improvisamente, ella nos dejó en el lunes 04.

Sin duda, ese movimiento de apoyo a la propuesta de renovación eclesial hecha por el papa empieza por una renovación teológica y pastoral de las iglesias locales. En agosto de 2013, Dom José Maria Pires, Dom Tomás Balduíno y Dom Pedro Casaldáliga, tres obispos eméritos brasileños, han escrito uma carta común a todos los obispos brasileños proponiendo una vuelta à la eclesiología conciliar de las Iglesias locales y una comprensión más sinodal de la Iglesia Universal[11].

Es posible que después del próximo sínodo extraordinario sobre la familia (Roma, octubre de 2014), el papa pueda promover una descentralización de los organismos de la Curia. Hay quién piense que la Comisión Justicia y Paz sea más unida à la Congregación Pontificia para la Misión y todo eso pase a ser coordenado desde la América Latina. El Consejo o Congregación para la Unidad de los Cristianos deje el Vaticano y vaya a Ginebra, junto al Consejo Ecuménico de Iglesias. La Congregación para el Diálogo Intercultural y interreligioso sea coordenada desde Asia y así adelante. Pero esa descentralización romana no tendrá sentido si sigue vigente el actual Derecho Canónico que da a los obispos locales el derecho de gobernar sus diócesis de forma absolutamente monárquica,  con un consejo presbiteral (clerical y no verdaderamente representativo de toda la diocesis) y que es solamente consultivo y no deliberativo.

Parece que, en diálogos más informales, a un u otro interlocutor, el papa manifestó su deseo o apertura para, en un futuro próximo, empezar la preparación de un nuevo concilio pan ecuménico, como era la propuesta del Consejo Ecuménico de Iglesias en los años 80 sobre la Justicia, Paz y defensa de la Creación. Eso solo puede ser de hecho de forma útil y oportuna, si el proceso conciliar preparatorio pueda movilizar proféticamente las Iglesias locales, en diálogo con otras tradiciones espirituales y los movimientos sociales de la sociedad civil organizada. Eso depende muchos de nosotros, de nuestro testimonio evangélico y nuestra acción profética de base, así como de nuestra capacidad de movilización. A nuestras Iglesias locales, hoy, el mensaje que más actual pueda ser de nuevo el mensaje del Apocalipsis à la Iglesia de Éfeso: “Vuelve a tu primero amor” (Ap 2, 5). En la tradición bíblica, eso quiere decir: vuelve al camino profético del movimiento de Jesús y à la mística del Éxodo, que las primeras generaciones de cristianos han expresado en evangelios como de Marcos y Juan. En América Latina, desde la década de 70, la Iglesia ha traducido eso en la Teología de la Liberación y hoy toma forma en una Teología cristiana, pero interreligiosa y pluralista de la liberación que ayude nuestra Iglesia a pasar a ser lo que sería su vocación más profunda: un ensayo y esbozo de un nuevo mundo posible, una especie de foro social mundial permanente, inspirado y conducido por el Espíritu de Dios que sopla donde quiera y nos permite oir la voz de quien es la fuente de todo amor solidario y “hace nuevas todas las cosas” (Ap. 21, 5).  

[1][1] Cf. LEONARDO BOFF, Francisco de Assis, Francisco de Roma, Petrópolis, Vozes, 2013, p. 3.

[2] - Expresiones del papa en la entrevista dada a los periodistas durante el vuelo de regreso de Brasil a Roma en fines de julio de 2013.

[3] - Cf. Discurso final do papa Paulo VI ao Concílio, in CONCILIO VATICANO II, DISCURSOS DO PAPA E DOCUMENTOS CONCILIARES, Petrópolis, Vozes, 1966, p. 459.

[4] Cf. MARCELO BARROS, O Evangelho e a Instituição, São Paulo, Ed. Paulus, no prelo para 2014.

[5] - Ver opinião de Leonardo Boff dada aos jornais brasileiros na ocasião.

[6] - Cf. Discurso del papa Francisco a los obispos y sacerdotes de Brasil, en Rio de Janeiro, 25/ 07/ 2013. O Globo, 26/ 07/ 2013, p. 8.

[7] - Cf. CONCLUSIONES DE MEDELLÍN, Documento sobre la Juventud, n. 5, 15.

[8] - Esas declaraciones del Cardinal Cipriani  fueran publicadas en la prensa de Lima y reproducidas en diversos sitios de internet en la ocasión (setiembre 2013).

[9] - Cf. VITTORIO MESSORI, Il ilusione di ritornare ala Chiesa Primitiva e l´importanza della Curia Romana, in Corriere della Sera, domenica, 10/ 11/ 2013, p. 1.

[10] - YVES CONGAR, Journal d´un Théologien, (1946- 1956), Paris, Le Cerf, 1998, p. 246.

[11] - Carta aos bispos, (Carta de três bispos eméritos ao conjunto do episcopado católico brasileiro), 15/ 08/ 2013. Arquivo da CNBB – disponível na internet e publicada em várias revistas. 

Marcelo Barros

Camaragibe, Pernambuco, Brazil

Sou monge beneditino, chamado a trabalhar pela unidade das Igrejas e das tradições religiosas. Adoro os movimentos populares e especialmente o MST. Gosto de escrever e de me comunicar.

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